Paco García: "Me gusta presionar arriba y ser protagonista"


Luis María Valero

Estoy escuchando la radio, y de sus tripas emergen de repente tres nombres como candidatos a próximo entrenador del Murcia. El primer nombre lo conozco sobradamente, sin conocerlo. El segundo nombre lo conozco sobradamente, conociéndolo. Pero el tercer nombre es el que más débilmente conozco y el que más me apetece conocer. No había hablado nunca con Paco García, pero en ese mismo momento, en cuanto el transistor pronuncia su nombre, me da un antojo, pido su número a un amigo, y me abalanzo. Comienzo a teclear: "Paco, me llamo (blablabla), no nos conocemos, pero me gustaría hablar de fútbol contigo en persona para cerrar la temporada de un blog raro que tengo". Tras enviar el (abrupto) mensaje, dejo el móvil en la mesilla, y me entra la duda: ¿me responderá este hombre con una negativa educada, o elegirá tal vez un educado silencio? Me río solo al pensar en su casi seguro fastidio. "Otro pesado más". Pero no. Misteriosamente, Francisco García Ibáñez (Murcia, 31-8-1972) quiere hablar de fútbol, incluso con un desconocido, y despliega en su respuesta una cortesía que es casi una caricia. Quizá sólo sea la humildad que ya trae de serie, o quizá sea la que ha aprendido en los banquillos del infrafútbol murciano, esos que ha dominado hasta hacerse una reputación desde el barro. Ese nombre suyo va sonando más y más, temporada tras temporada. Cada vez un poco más alejado del barro y más cercano a lo que más brilla. Este año ha hecho sexto a La Hoya Lorca con un presupuesto de 500.000 euros, contando con algunos jugadores que apenas percibían 400 euros al mes, y ahora, quién sabe cuál será su futuro. De pequeño se sentaba en las gradas de La Condomina con su abuelo. Quizás la próxima temporada pueda ver al Murcia un poco más abajo. Concretamente a ras de césped.


Paco, eres del barrio del Carmen y nacido en el año 72. Tu infancia y adolescencia coincidió con los mejores años del Murcia, la década de los ochenta. ¿Cómo recuerdas aquellos años?

Sí, la verdad es que lo recuerdo con mucho cariño. Yo era socio del Murcia, por mi abuelo, que era un grandísimo seguidor del club. Recuerdo ese paseo de todos los domingos desde mi casa hacia La Condomina, recuerdo la ilusión de ir a ver a aquellos grandes equipos que tuvimos en los 80 vestido con mi equipación del Murcia. Yo me sentaba en el mítico Sector A. Fue una etapa muy bonita.


¿No añoras el hambre de fútbol que había antes en la ciudad, sin tanta televisión ni tecnologías? ¿No crees que ahora todo es más frío?

Sí, pero creo que eso es una tendencia general de la sociedad. La tecnología ha entrado en el deporte, en los espectáculos, y en todas partes. Hoy en día hacemos muy rápido las cosas, tenemos de todo al instante, mientras que por aquel entonces no había tantas opciones: o ibas al fútbol o ibas a misa, prácticamente. Y entonces, los que no éramos muy religiosos íbamos al fútbol. Quizás antes había más pureza en el deporte. La información sobre fútbol era mucho más reducida, había más misterio. Era un fútbol más sencillo, más del pueblo, más de estar con la gente.


¿Ya soñabas de niño con jugar en el Murcia o entrenarlo? 

Sí. Cuando eres niño sueñas con ser futbolista. Mi único juguete era la pelota, es una pasión que he tenido desde siempre. Lo de ser entrenador aparece más tarde, aunque sí recuerdo algunas señales tempranas: a los 12-13 años jugaba al fútbol en mi barrio con los niños más grandes, pero ya me gustaba hacer equipos con los más pequeños, dirigirlos. Ya compaginaba el juego con la dirección, de alguna manera. Me llamaba la atención el llegar a tener esa capacidad de gestionar personas.


¿Qué tipo de jugador eras?

Yo era mediocentro.  Tenía una gran virtud y un gran defecto. El defecto: que técnicamente yo era un jugador flojito, pero la virtud es que era capaz, desde ese puesto, de entender el juego. Me preocupaba mucho comprender lo que estaba pasando a mi alrededor, quería equilibrar siempre el juego. Creo que esa capacidad de leer el partido es lo que me ha ayudado a la hora de ser entrenador.


Te vas a Granada a estudiar INEF, y allí conoces a Lucas Alcaraz. ¿Cómo recuerdas esa etapa?

Una vez que yo acabo COU, mi padre, igual que casi todos los padres de la época, quería que yo fuese ingeniero, abogado o médico. Cuando yo le digo a mi padre que quería ser licenciado en Educación Física, él se extraña muchísimo. Por un lado, él conocía mi gusto por el fútbol y en general por el deporte, pero realmente, en aquella época, los conocimientos sobre esa carrera eran mínimos. Creo recordar que sólo se podía estudiar INEF en cuatro universidades de toda España. Entraban entre 15 y 20 alumnos por cada promoción, pero intentaban ingresar unos 2.000 alumnos. Era muy difícil acceder, pero lo conseguí. Una vez dentro, tuve claro que toda mi formación debía ir encaminada al objetivo de llegar a ser un gran entrenador. Incluso dentro de la carrera, esa perspectiva chocaba un poco a la gente. Los profesores me preguntaban: tú quieres ser preparador físico, ¿no? Y yo respondía: no, yo quiero ser entrenador, pero también quiero conocer la ciencia que abarca este deporte. Entonces, a partir de ahí empecé a formarme y a dedicar muchas horas de estudio a la preparación física dentro del fútbol. En Segundo de Carrera tuve un profesor que me marcó, Luis Fradua, que ha trabajado para el Athletic o el Betis. Fue una persona que cambió mi idea de fútbol, él me abrió a una serie de conceptos que hoy en día siguen en mi cabeza. Él es quien me incorpora al fútbol base del Granada, y a partir de ahí empiezo a establecer relaciones con todo el entorno del club y también con Lucas Alcaraz. A él lo suben del filial al primer equipo, y ahí permanece cuatro años. Yo seguía estudiando y formándome, pero empiezo a colaborar con él, hasta que finalmente llegamos a trabajar juntos en el Recreativo de Huelva.


Hacéis un año buenísimo en aquel Recreativo 2000/2001, os quedáis a las puertas del ascenso, y tienes la oportunidad de quedarte como preparador físico en el Recreativo o incluso de irte a Primera División a algún otro equipo. Sin embargo, te la juegas a intentar ser entrenador desde abajo.

Sí, quizás es el momento más importante y la gran decisión de mi vida. En mi fuero interno, quería ser entrenador. En el día a día entendí, además, que la preparación física no es el factor que más prima en el fútbol, no es el factor que más influye en el rendimiento. Lo que importa es conocer el juego. Es un deporte totalmente cognitivo, de toma de decisiones, y a partir de ahí arranca lo demás. Me di cuenta de que si era preparador físico en Segunda e incluso en Primera División, porque llegué a tener ofertas importantes, difícilmente podría abandonar ya ese rol de preparador físico. Entonces hablo con Lucas y mi entorno y les digo que quiero entrenar. En ese momento nadie me entendió, me decían que estaba loco. Además, estamos en un mundo donde todo está muy encasillado: si tú eres preparador físico, eres eso y nada más, ya no puedes ser entrenador. Asumí el riesgo y decidí cumplir mi vocación de entrenar.


Mazarrón, Bala Azul, Mar Menor... ¿Te costó mucho ese cambio repentino de preparador físico en categorías altas a entrenador en la Tercera murciana?

La gente no se lo cree, pero yo me sentía en esos momentos el hombre más feliz del mundo. Estaba haciendo lo que me gustaba: me sentía entrenador. Empezaba mi sueño, y cuando uno empieza un sueño se siente totalmente pleno. En ningún momento he mirado atrás, en ningún momento me he preguntado qué habría pasado si hubiera seguido como preparador físico. Al contrario: he intentado trabajar al máximo y crecer como entrenador, poco a poco. Así hasta el día de hoy.


Sobre la experiencia como entrenador: ¿la toma de decisiones durante un partido es algo que se mejora con los años?

Totalmente. Darte cuenta de todo lo que está pasando en un partido, saber leerlo completamente, es la virtud que más he desarrollado desde que comencé a entrenar. Por mi base académica y formativa sí he tenido siempre una gran capacidad para elaborar todo lo que es la estructura del entrenamiento, los grandes ciclos de la preparación, pero el aspecto de conocer el juego y desentrañar todo lo que está pasando durante el partido es algo que va perfeccionándose al acumular partidos y partidos. Cuando alguna vez me han expulsado y un colaborador se ha puesto como entrenador, al final del partido me ha dicho: "Es que ahí abajo es muy difícil ver las cosas claras". Es una faceta apasionante, en la que he notado un salto cualitativo importante cada temporada.


Supongo que ser preparador físico y entrenador a la vez tiene ventajas.

Sí. No entiendo el juego separándolo o parcelándolo. Al final, un futbolista es un todo en el que se incluye la preparación física, la psicológica, la técnica, la táctica... No puedes separar. Uno de los motivos por los que me dediqué a entrenar fue ése: que entendí que el juego no se puede parcelar. No puedes decir: venga, mitad preparación física, mitad táctica... No, es un todo. Por eso intento que en los entrenamientos todo sea integrado. En mis entrenamientos siempre va a estar el balón presente, y trato sobre todo de dirigirme a lo que verdaderamente marca el rendimiento, que es la toma de decisiones.


¿Tienes algún entrenador de referencia?

Nunca lo he tenido, pero sí he visto y he profundizado en el conocimiento de muchos entrenadores. Durante mi etapa de formación en Granada me dediqué a estudiar a prácticamente todos los entrenadores de Primera. También vi al Milán de Sacchi, al Barcelona de Van Gaal... Pienso que de cada entrenador puedes aprender algo. He compartido muchas charlas con Caparrós, con Lucas Alcaraz, con entrenadores de élite, y fui capaz de sacar de todos ellos los detalles que me gustaban. Actualmente sí hay dos referentes muy claros, como son Mourinho y Guardiola, cada uno en su estilo. Desde un punto de vista metodológico, creo que los dos han marcado la diferencia con el resto.


De manera resumida: ¿Cómo juegan tus equipos?

Me gusta que mis equipos sean valientes, que presionen arriba y que sean protagonistas con el balón. Sobre todo esto último: que sean protagonistas, no sólo con balón, también sin él. El hecho de apretar arriba es porque queremos recuperar el balón rápidamente para, a partir de ahí, volver a ser protagonistas. Entiendo el fútbol e incluso la vida así: proponer, querer hacer cosas. Si yo no soy el protagonista, no estoy cómodo. Desde que empecé a entrenar, ésa ha sido mi idea.


¿Cómo se ponen las bases para ese juego?

Primero hay que definir los conceptos muy claramente, y después ser capaz de mantener esa definición. A mí, por ejemplo, me gusta tener la posesión del balón, pero esa posesión implica riesgos en la zona de inicio, implica que alguna vez va a haber pérdidas. Entonces, lo que no puedo hacer yo es, ante esa pérdida, mandar un mensaje negativo, o cargarme a ese jugador. No, no: yo quiero que arriesgue. Entonces, como quiero que arriesgue, lo primero que tengo que tocar es la confianza de ese jugador. Ya con confianza, hay que tener claro qué serie de movimientos en función del balón se van a producir en el juego. Y hay que trabajar esos movimientos, día tras día. Al final hay que crear una serie de mecanismos no mecánicos, como dice Mourinho. Es decir, el futbolista tiene que saber lo que va a pasar, pero a la vez es él quien decide lo que va a pasar. Yo le puedo plantear al futbolista cuatro o cinco opciones, y finalmente quien decide es él. No sólo es el movimiento lo que importa para jugar: importa el movimiento, importa la confianza, importa la valentía, la preparación física... pero todo en función de esa idea de juego que yo quiero.


¿Cómo se gana un entrenador al grupo?

El objetivo de liderar es el gran objetivo de un entrenador. Yo doy clase en el curso de entrenadores, y siempre les digo a los alumnos que todas las facetas de un entrenador son muy importantes, pero que como tú no seas capaz de enganchar al grupo y de liderarlo, difícilmente vas a conseguir tus retos. A partir de ahí, yo intento ser una persona muy directa, muy sencilla, muy clara. Intento jugar mucho con los valores y con las emociones. Es que al final, para llegar a los futbolistas hay que llegar a sus corazones. Tú puedes estar muy preparado técnicamente, hablar muy bien o conocer todos los conceptos, pero si no te diriges al corazón o incluso al alma del futbolista, difícilmente podrás llegarle. Es muy importante que los jugadores vean en ti esos valores. Yo intento ser el primero en hacer todo lo que transmito a mis futbolistas. Por ese camino, y siendo una persona recta en la que los jugadores no vean incoherencias, llegas a ellos.


Decías que de joven eras mediocentro. ¿No crees que es un puesto que tiene cada vez menos peso? En muchos equipos parece que está prohibido darle el balón al mediocentro.

Por desgracia, así es. Si lo analizas, el juego de Segunda B es, en un 80 por ciento, un juego directo, un juego de áreas, y en ese estilo el mediocentro pasa a ser básicamente un equilibrador de espacios, y un hombre muy centrado en recoger segundas jugadas. A mí no me gusta ese juego. Me gusta que el mediocentro venga a recibir, que tenga el balón. Este año, en muchos partidos hemos jugado con Alex Bernal y Poley, que son dos mediocentros totalmente ofensivos, muy lejanos a esa figura de la que se habla tanto: el mediocentro defensivo. Pero está claro que en Segunda B se suele apostar por otro formato. Al final, son distintos conceptos de fútbol.


Al jugador que dejas en el banquillo o no convocas, ¿es mejor explicarle los motivos o no hacerlo?

Depende un poco del futbolista. Tienes que conocer a la persona. Hay futbolistas que necesitan que hables con ellos un día y otro, que les expliques todo. Y hay otros jugadores que es mejor que ni les hables. No puedes actuar con todos los futbolistas de la misma forma. Eso es un gran error. Me gusta buscar la motivación a partir de un mensaje particular. Es que uno de los grandes retos de los entrenadores es tener enchufados a los que no juegan. Mi momento más difícil siempre es cuando tengo que hacer la convocatoria y dejar a jugadores sin vestir. He tenido la suerte de que, en el día a día del entrenamiento, por el tipo de trabajo que hacemos, todos mis jugadores están siempre muy motivados y metidos en la sesión. Entonces, porque son entrenamientos de alta intensidad, son pequeños detalles los que te hacen estar dentro o fuera de la lista de convocados.


Como entrenador del Imperial en la 2014/2015, tú recuperaste a Isi cuando estaba a punto de dejar el fútbol. ¿Cómo fue esa situación?

En mi último año en Tercera en el Mar Menor nos enfrentamos a él. Había oído hablar de Isi, pero nunca le había visto jugar, y la verdad es que me llamó mucho la atención: era un jugador entre líneas, explosivo, con gran pegada. Cuando llego al Imperial, hablo con su padre, y él me comenta que Isi estaba muy desmotivado con el fútbol, y que se estaba planteando dejarlo. Entonces lo llamé y hablé con él. Le dije que era muy joven para tomar esa decisión, que lo intentara un año más. También le dije que conmigo se iba a encontrar una forma de entrenar diferente, en la que íbamos a apostar por él. Isi aceptó el reto, y con mucho trabajo y mucha consciencia de lo que tenía que hacer en cada momento, fue creciendo y creciendo. En noviembre de ese 2014 hablo con José Manuel Aira y le digo: aquí en el filial hay un jugador que no tienes en el primer equipo. Finalmente Aira lo probó, y todos vimos el resultado.


Este año regresa Roberto Alarcón al Murcia, tras la cesión de una temporada en La Hoya donde has podido tenerlo a tu disposición. ¿Le ves preparado para consolidarse en el Murcia?

Si hablamos de la progresión de Isi, qué decir de la de Roberto. Es una progresión abismal. A mí Roberto me llega hace dos temporadas en el Imperial, y me dice que si por favor puede probar con nosotros, porque venía del Santa Pola, y el año anterior en el Murcia apenas había jugado nada. Entonces me informo de su currículum y veo que es un chaval que ha estado cinco años en el Barcelona, con lo cual me digo: este chico debe tener condiciones. Así que le probamos, y a partir de ahí, mi forma de jugar le viene a él como anillo al dedo. Es un futbolista de asociarse, de hacer muchas cosas con el balón. Su gran reto era jugar sin balón. Era un jugador que sufría en defensa, pero con trabajo y con sacrificio ha sido capaz de ir creciendo también en esa faceta. Ahora mismo hay muy pocos extremos en la categoría que aporten ofensiva y defensivamente como él. Es un jugador cien por cien válido. Aún tiene que crecer, porque es un chaval joven. Pero debe crecer jugando.


En los últimos años has clasificado siempre a tus equipos de Tercera para el playoff de ascenso, y esta temporada has dejado sexto a La Hoya, con un presupuesto muy bajo. ¿Cuál es la clave de esos éxitos consecutivos?

La formación es muy importante. Yo empecé a entrenar con 22 años, y ahora voy a cumplir 44. Son más de veinte años en los que no he dejado de formarme, en los que no he dejado de ver fútbol, en los que no he dejado de aprender. Y luego también he tenido la suerte de perfeccionar mi cuerpo técnico: he ido teniendo muy claro qué tipo de gente quiero a mi lado, qué perfil quiero. Y supongo que todo eso se transmite en el día a día, en el trabajo, en esa forma un poco diferente de entender el entrenamiento que yo tengo, como te decía antes: no creo en el entrenamiento parcelado, no creo en eso de trabajar sólo la preparación física o sólo la técnica. Intento que lo que nos encontramos el domingo en los partidos se vea también el lunes, el martes, el miércoles, en nuestras sesiones. Es un compendio de todos esos factores lo que ha hecho que hayamos sido capaces de conseguir resultados en los últimos años.


Se suele decir que el Murcia no ha tenido un plan en lo deportivo en casi toda su historia. ¿Tú tendrías un plan para el Murcia, a medio plazo? 

A ver. Es que la gente dice: el objetivo del  Murcia es subir. Pero el objetivo nunca puede ser ése. Subir es simplemente una consecuencia de hacer las cosas bien. Por ejemplo, mis jugadores me dicen muchas veces: "Míster, este domingo hay que ganar, eh, hay que ganar". Y yo les digo: no, no hay que ganar, sino que hay que hacer cosas para ganar. El objetivo es el proceso, hacer las cosas bien durante el proceso. Y eso es lo que tiene que elegir el Murcia. Yo lo digo siempre desde el cariño, y desde el máximo deseo que todos tenemos de ver crecer a este club. El Murcia tiene que buscar una idea, sea la que sea, y sobre esa idea, ser coherente. Si tú quieres fútbol de cantera, pues tendrás que potenciar la cantera, llevar allí a los mejores técnicos, proporcionarles las mejores instalaciones... Si tú quieres ser un club comprador, pues tendrás que traerte un equipo de scouting que vea todos los partidos de Tercera, de Segunda B y de Segunda, y además, tener un entrenador que potencie esa estructura. Sobre esa base se tiene que empezar. Mientras el Murcia no consiga eso, será una moneda al aire, y puede caer cara o puede caer cruz.


¿Sería un sueño para ti ser ese entrenador con continuidad que nunca hemos tenido, y llevar al Murcia de Segunda B a Primera?

Sería más que un sueño. A cualquier entrenador de la Región le propones eso, y no se lo piensa. Nunca he escondido mi cariño y mi sentimiento hacia ese escudo, pero al final es el Murcia el que tiene que decidir y buscar la mejor opción.


A todos nos gustaría que hubiera más murcianos y canteranos asentados en el primer equipo, pero a casi todos los entrenadores les cuesta confiar en gente de la casa, y no se tiene demasiada paciencia con ellos. ¿Cómo podemos llegar a un modelo que apueste de verdad por la cantera?

Se llega con una idea muy clara por parte del club, con un objetivo muy claro. ¿Qué pasa en el Athletic o en el Sporting? Que lo tienen clarísimo, y el resultado no guía su idea. Lo que guía la idea es el objetivo de sacar jugadores, y entienden que en ese modelo hay una serie de plazos que no se pueden acortar. Teniendo claro eso, y transmitiéndoselo al entrenador, al cuerpo técnico y a todos los miembros de la dirección deportiva del club, al final se consigue implantar esa idea. Yo siempre he dicho que los jugadores murcianos no son diferentes a los de Barcelona, de Madrid o de Cantabria. Son iguales. Aquí hay jugadores muy buenos, y lo están demostrando. Es toda esa gente que sale de Murcia para irse al Villarreal, al Madrid, al Barcelona... y responden. Pero podrían quedarse aquí. Es cuestión de darles confianza, de plantear un trabajo correcto con ellos, y al final seguro, pero seguro, que llegarían los resultados.


¿Estás de acuerdo en que se juega como se entrena?

Al cien por cien. El atleta de 100 metros que en un entrenamiento no baja de 10 segundos, tampoco lo conseguirá en la competición. Si tú no eres capaz de entrenar fuerte, de ser intenso, de trabajar concentrado y atento... Si tú no eres capaz de ejecutar el lunes o el martes todo eso que te demandan los partidos, difícilmente te llegará la inspiración divina el domingo. Y a eso tienes que sumarle que el domingo vas a jugar en un estadio con espectadores que te pueden animar, que te pueden pitar, que te puden gritar, y si tú no te preparas para eso de lunes a viernes, no vas a poder rendir.


¿Cómo llevas lo de compaginar el ser entrenador con la docencia de Educación Física en un instituto de Fuente Álamo?

La familia es la que peor lo lleva. Lo bueno es que me da una estabilidad económica importante, porque ahora mismo el fútbol está complejo económicamente. Pero también supone un desgaste muy alto. Mis días tienen 25 horas. Esta temporada, para realizar la preparación del trabajo y el visionado de vídeos, me he estado despertando a las 4:30-5 de la mañana. Pero no pasa nada. Cuando hay motivación, ilusión y ganas, todo es mucho más fácil.


¿Eres ambicioso? ¿Te ves como entrenador de Primera, e incluso ganando títulos?

Desde que era estudiante de la carrera se lo comentaba a mis compañeros: "Es que yo tengo que llegar a Primera". Esa era la meta de fondo, pero no me centré en eso, sino en formarme, en intentar ser el mejor entrenador posible. ¿Que aquí hay tal curso donde vienen los mejores a dar clase? Ahí estaba yo. Porque sí, claro, todo el mundo quiere llegar a Primera y ser el mejor, pero, ¿qué haces tú, qué expones para conseguirlo? A día de hoy sigo manteniendo esa ilusión y esa ambición, pero con la idea de que tengo que seguir mejorando, tengo que seguir formándome, para intentar algún día estar con los mejores.


¿Cómo has visto la temporada del Murcia? ¿Te ha sorprendido el bajón final?

Ha sido una temporada rara. Es difícil de entender lo que ha pasado en las últimas jornadas. Ese tipo de rachas son un compendio de muchos factores. La gente lo está achacando a la preparación física, pero no creo que sea eso. Ocurre una cosa: que jugar en el Murcia es muy difícil. Es un club que tiene una gran presión. Quizás ha calado en los jugadores el mensaje de que había que subir como fuera esta temporada, y eso les ha pesado. Cuando vas ganando, esa mochila se soporta. Pero cuando vas perdiendo, esa mochila empieza a coger piedras, y lo que antes te salía, de repente deja de salirte. Ha sido triste, pero debe servir para aprender y para mejorar.


Tengo muy fresca la gran imagen que dejó La Hoya esta temporada en Nueva Condomina. La primera parte fuisteis muy superiores, hasta que en la segunda mitad os quedasteis con diez y os remontamos el partido. ¿Cómo ha sido esta temporada en Lorca?

Hemos tenido partidos muy parecidos a ese de Murcia. Pero al final, el competir son más cosas. En cuanto a concepto y modelo de juego, creo que hemos hecho muy bien las cosas, pero al final hay más factores que deciden los partidos. Si algo he admirado de mis futbolistas este año es que han tenido la valentía de plasmar un juego que es difícil. Ellos mismos, al principio, no entendían esa forma de jugar en Segunda B, y la rehuían. Nos ha costado muchas charlas, mucho entrenar, para que realmente cogieran confianza. El orgullo que me queda este año es que un grupo que al principio no creía que esta forma de jugar fuera posible, ha sido capaz de ser valiente, de plasmarlo en partidos muy complicados, como en casa del Murcia, del Ucam o del Cádiz. 

1 comentario:

  1. Me parece un tío muy coherente y preparado, además de murciano. Yo apostaría por él.

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