Pero a veces no resulta suficiente: ni Jesús, ni Curto, ni siquiera David nos alcanzan para explicar el mundo y el fútbol. El domingo, el Murcia de Mir fue de nuevo un equipo vivo, un buen equipo, con una presión arriba que le sirvió para dominar bien y crear ocasiones, para volver a ilusionar a la afición con ese toque algo imprevisible que nos acerca al gol con más frecuencia. Pero esa presión sin fruto pudo pagarla el Murcia en un par de contraataques del Córdoba B en la primera parte y, sobre todo, en una muy clara en la segunda: un zagalón la tuvo como nunca en su vida para meterla dentro, pero la tiró fuera, a media hora para el final, con 0-0. Fue tan clara que los 10.000 reenganchados a la ilusión murcianista se callaron a la vez, como pensando en el Espíritu Santo. Cinco minutos después, el Murcia ganaba 2-0. ¿Qué había ocurrido? La dinámica. Te lo decía el de tu derecha y tú se lo decías al de tu izquierda. A mí me lo dijo el de arriba y yo se lo dije al de abajo. Ganábamos por la dinámica, la dinámica positiva, y la expresión recorrió como una ola Nueva Condomina en un instante. Al día siguiente, en una foto de Pepe Valero, una foto de esas que son mucho más que una foto, Golobart es un coloso, puño en alto, grito al cielo. Se eleva por encima de sus compañeros, que forman una piña celebrando el segundo gol. Miro la foto y veo a siete futbolistas del Murcia abrazados, pero los cuento y me sale algo más. Vuelvo a contar y sigo viendo algo raro, hay algo más que siete futbolistas. Y es que si hay que mojarse, si no valen los grises ni la tibieza ni los matices, yo no creo en esas invenciones, pero en esa foto, junto a los siete jugadores, asoma el alma del Murcia rugiendo.
Real Murcia: Simón; Juanjo (Morante), Golobart, Josema, Pumar; Adri Cruz (Isi), David Sanchez, Diego Benito (Borja Gómez); Rayco, Víctor Curto y Guardiola.
Goles: 1-0 (Guardiola, 61'). 2-0 (Víctor Curto, 63').
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