La dinámica


Alejandro Oliva [@betandtuit]

Real Murcia, 2; Córdoba B, 0
La necesidad de entender el mundo ha llevado al ser humano a todo tipo de invenciones, se supone que desde que tuvimos tiempo para pensar en algo más allá de las cosas importantes: comer, reproducirnos, protegernos. Nuestra compleja naturaleza humana necesita una explicación para todo. De entre todas las ficciones creadas, me quedo, cada una en su ámbito, con el Espíritu Santo y la dinámica positiva. El Espíritu Santo, qué genialidad, el gran tapado de la Santísima Trinidad: una creación tan maravillosa que, casi por definición, no podemos aspirar ni a conocer, ojo. Menudo comodín para explicarlo todo. Pero la dinámica positiva no se queda atrás en su misterio. Se habla de la dinámica positiva como de un ente que lleva a los equipos a ganar partidos por inercia. “Ganáis por haber ganado los últimos partidos”, predica la dinámica, sólo por eso, ojo, no por jugar mejor o peor, no por llegar más o menos a gol, no por acertar más en el remate. La dinámica los impulsa a la victoria como un superpoder mágico. En el fondo, si hay que mojarse, si no valen los grises ni la tibieza ni los matices, yo no creo en esas invenciones, aunque me fascinen. Sí creo en Jesucristo, en su coraje para echarse al equipo a su espalda y decirnos a todos que somos unos mierdas, que nos amemos los unos a los otros de una puta vez, que todos somos hermanos y nadie puede quedarse sin techo ni comida en ninguna circunstancia. Y sí creo, por ejemplo, en Víctor Curto y en David Sánchez, en su fútbol, en su calidad y su actitud para impulsar a este equipo donde parecía no llegar hace un par de meses.

Pero a veces no resulta suficiente: ni Jesús, ni Curto, ni siquiera David nos alcanzan para explicar el mundo y el fútbol. El domingo, el Murcia de Mir fue de nuevo un equipo vivo, un buen equipo, con una presión arriba que le sirvió para dominar bien y crear ocasiones, para volver a ilusionar a la afición con ese toque algo imprevisible que nos acerca al gol con más frecuencia. Pero esa presión sin fruto pudo pagarla el Murcia en un par de contraataques del Córdoba B en la primera parte y, sobre todo, en una muy clara en la segunda: un zagalón la tuvo como nunca en su vida para meterla dentro, pero la tiró fuera, a media hora para el final, con 0-0. Fue tan clara que los 10.000 reenganchados a la ilusión murcianista se callaron a la vez, como pensando en el Espíritu Santo. Cinco minutos después, el Murcia ganaba 2-0. ¿Qué había ocurrido? La dinámica. Te lo decía el de tu derecha y tú se lo decías al de tu izquierda. A mí me lo dijo el de arriba y yo se lo dije al de abajo. Ganábamos por la dinámica, la dinámica positiva, y la expresión recorrió como una ola Nueva Condomina en un instante. Al día siguiente, en una foto de Pepe Valero, una foto de esas que son mucho más que una foto, Golobart es un coloso, puño en alto, grito al cielo. Se eleva por encima de sus compañeros, que forman una piña celebrando el segundo gol. Miro la foto y veo a siete futbolistas del Murcia abrazados, pero los cuento y me sale algo más. Vuelvo a contar y sigo viendo algo raro, hay algo más que siete futbolistas. Y es que si hay que mojarse, si no valen los grises ni la tibieza ni los matices, yo no creo en esas invenciones, pero en esa foto, junto a los siete jugadores, asoma el alma del Murcia rugiendo.

Real Murcia: Simón; Juanjo (Morante), Golobart, Josema, Pumar; Adri Cruz (Isi), David Sanchez, Diego Benito (Borja Gómez); Rayco, Víctor Curto y Guardiola.
Goles: 1-0 (Guardiola, 61'). 2-0 (Víctor Curto, 63').

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