Ni dios se raja


Alejandro Oliva [@betandtuit]

Real Murcia, 3 ; Extremadura, 0.
Hay que ser muy imbécil para pensar que una persona es mejor que otra por ser de un determinado equipo de fútbol. Hay que ser muy imbécil, o muy nacionalista, en caso de que no sea lo mismo, para simpatizar con alguien sólo por ser del mismo equipo que tú. ¿Cómo voy a simpatizar con un cretino, por muy de mi equipo que sea? Puedo simpatizar con un hincha de mi equipo, claro, pero también puede que no. Con quien suelo simpatizar siempre, en cambio, es con todo el que quiere a su equipo como yo quiero al mío. Lo decisivo es una manera de querer, en el fondo, más allá de aquello que queremos. Y es una manera de querer en la que hay pasión, hay alegría y entrega, hay respeto y humildad y tenacidad, y, sobre todo, hay incondicionalidad. Hay algo que une a todos los que quieren así a su equipo, sea el equipo que sea; a los que son de un equipo, y sólo de uno, pero, a la vez, son un poco de todos los equipos de fútbol del mundo. De todos los que son queridos así, claro. Imagino a Javier Orive llegando a Murcia en 2004 y mirando sorprendido las maneras de querer más frecuentes de esta tierra, esas maneras de querer a sus equipos tan propias de esta zona de España. Sin dejar de hablar y de opinar, como era él, pero mirando sorprendido el desapego, la distancia; el abandono tras la derrota, o incluso antes de que llegue, para no vivirla; la inconstancia, la prepotencia absurda, el desprecio al rival. Es una manera de querer lícita, como cualquier otra, pero yo prefiero no dedicar ni una línea a los que quieren de esa manera. Imagino a Orive así, aprendiendo Murcia como una esponja, observando Murcia. Orive era de los equipos de su tierra, Vitoria, y de algún otro, pero Orive era sobre todo una manera de querer: apasionada, tenaz, alegre y respetuosa. Sin engaño ni impostura, porque no hay nada más falso que un periodista jugando a ser hincha. No existe el periodismo de bufanda, existe el buen periodismo, el no tan bueno y existe también la mierda esa que tanto se lleva ahora. Pero siempre habrá periodistas que interpretan la realidad, que se atreven a hacerlo, periodistas que sienten y hacen sentir. Orive lo conseguía. Lo escuché mucho, pero lo conocí poco. Aplazamos varias veces el café pendiente que siempre tendremos. Que quede claro que todo es una gran mierda, que no hay consuelo posible cuando alguien se marcha así, a los 45 años y sin avisar. No hay consuelo, pero al menos hay que buscarlo. 

A Orive le hubiera encantado un apasionado como Mir, que frente al Extremadura, en un extraño partido que de pronto parecía sobrar del calendario, reservó jugadores, muchos, pero fue lo único que reservó. Mir fue por el partido como siempre, para no perder la dinámica con la que llegará el equipo a la fase de ascenso y, de paso, para quedar lo más arriba posible. A Orive le hubiera encantado Mir y a Mir le hubiera encantado Orive, su alegría, su valentía, su voz, su contagiosa manera de querer. Orive era de los equipos de su tierra, y por eso, cuando su tierra fue Murcia, fue del Murcia y del CB Murcia. Lo sentía y lo hizo sentir, en los momentos más difíciles de los dos equipos, además. Había observado Murcia, había aprendido Murcia. Sabía de nuestra tendencia al desapego, al abandono, a la inconstancia, y por eso gritó ese brillante #nidiosseraja que desde entonces ha guiado al Murcia. Pero más allá del pescado que regaló, lo mejor de Orive fue que enseñó a pescar. Enseñó a querer a toda una generación de murcianistas, e incluso diría que también mostró otro camino a toda una generación de periodistas murcianos. Que quede claro que todo es una gran mierda, que no hay consuelo posible. Pero al menos hay que buscarlo. Hace un año, volviendo de Toledo, nos enteramos de que Orive se había ido para siempre, pero esta semana nos vamos a Pontevedra, a intentarlo de nuevo, y tenemos la sensación de que Orive viaja con nosotros, en cada autobús, en cada murcianista, su pasión, su voz, su alegría, su constancia. La sensación de que, aunque no haya consuelo, se le echa tanto de menos, se le recordará tanto, que Orive se queda para siempre y nos va a acompañar hasta el final.

Real Murcia: Diego Rivas; José Ruiz, Morante, Borja Gómez, Alberto López; Alarcón (Diego Benito), Saura, Adrián Cruz, Rubén Ramos (Andrés); Elady y Guardiola (Curto).
Goles: 1-0, Rubén Ramos (31'). 2-0, Guardiola (37'). 3-0, Curto (84').

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