El principio

Alejandro Oliva [@betandtuit]

Real Murcia, 0 ; Mestalla, 0
Siempre que aparecía el The End, al terminar cualquier película americana, mi abuelo decía "ten" y con una sonrisa alargaba la mano a uno de sus nietos. "Ten, nene, ten". Nos hizo la misma broma a todos sus nietos, quizá la hicieron todos los abuelos de la época. Ahora ya apenas se pone The End en los créditos finales, pero cada vez que veo el rótulo en alguna película antigua recuerdo la sonrisa de mi abuelo diciendo "ten" y alargando la mano desde su mecedora. También lo recordé el domingo, cuando la temporada llegó a su final. The End. Esta crónica se iba a titular Basta ya, o Hasta los huevos, o algo así, e iba a denunciar la estructura del fútbol español, anclada en un sistema más propio del Antiguo Régimen que del siglo XXI (con una tercera y una cuarta categoría esperpénticas, sin nada que ver con las del resto de países futboleros, con un modelo de ascensos injusto, ajeno a la lógica de la temporada, con filiales y otros anacronismos, como la ventaja del gol en campo contrario, que deberían ser peleados por los presidentes de las territoriales, entre comilona y comilona, pero que nadie se atreve a tocar, casi ni a plantear). Es algo que el fútbol español debería afrontar en frío, con cabeza, pensando en los clubes y las aficiones de toda España, sin mirar intereses a corto plazo. Esta crónica se iba a titular Basta ya, o Hasta los huevos, o algo así, pero esa era la crónica en el supuesto de que el Murcia hubiera pasado la eliminatoria, porque después de perder no me gustan las quejas ni las excusas. Así que en esta crónica no quiero hablar de injusticias, ni del antiguo régimen, ni de comilonas, ni siquiera de filiales. En esta crónica prefiero hablar de mi compañero de grada Raúl, que en el descanso me contó que su hijo está sano, totalmente recuperado, después de nacer con prisas, quizá ansioso por vivir un ascenso, por sentirlo en la felicidad de su padre; prefiero hablar de mi amigo Martín Ortega, que junto a su colega Juanito ha venido desde Yecla a vivir los partidos de playoff, con dos cojones; prefiero hablar del estadio, que estaba precioso el domingo, lleno de vida y de ilusión, con una media de edad que invita a soñar con el futuro. Por la mañana, antes de comer, me crucé por la calle Puerta Nueva a una pareja, los dos con la grana, y los saludé sin conocerlos, maravillado de encontrar murcianismo en el centro de Murcia. Prefiero hablar de todo eso en esta crónica. Y del niño que se sienta en la fila de abajo, que rompió a llorar poco antes del minuto 90: por su edad, será el primer recuerdo triste que tenga del Murcia. Prefiero contarte que apenas vi más llantos en la grada: al terminar el partido, al agradecer el esfuerzo a los jugadores, al desfilar en orden y silencio de vuelta a casa, el murcianismo a mi alrededor retenía la lágrima en el ojo, sin dejarla caer. Todos con nuestra maldita lágrima ahí, suspendida; una lágrima nacida del dolor y la rabia, y de la emoción y, sobre todo, de compartir todas esas sensaciones con los que tienes a tu lado. Prefiero contar que al día siguiente, con el Murcia eliminado, también vi a un chaval larguirucho y despreocupado, con la camiseta de este año, cruzando el Puente de Hierro a la vuelta del instituto, imagino, en el puto lunes más duro para el murcianismo, y entonces pensé que esto no puede ser el final de nada, sino un nuevo principio.

Nada que recriminar a Vicente Mir. A toro pasado, claro, todos sabemos cómo arreglar el mundo. Y en esta crónica yo lo hubiera arreglado también (creo que en Valencia debimos encerrarnos más, sin dejar tantos espacios, y en casa, en cambio, salir a muerte a por el partido aprovechando el ambiente, y con Elady y Cruz de inicio, que eran los dos futbolistas más frescos en esta recta final; creo que José Ruiz se había ganado en año y medio de grana el derecho a jugar estos partidos). Pero arreglaría el mundo sólo en el supuesto de que el Murcia hubiera pasado la eliminatoria, porque es injusto hacerlo después de una derrota, es injusto sabiendo que en el arreón final tuvimos cuatro ocasiones claras y sólo con que hubiera entrado una, sólo una, Vicente Mir estaría a dos pasos de meter al Murcia en Segunda. Gracias, míster, por volvernos a hacer soñar en primavera. Nada que recriminar a una plantilla comprometida desde agosto, a un grupo de jugadores que se quedó literalmente sin aliento, contagiados por la ilusión creciente de las últimas semanas inyectada por los nuevos dueños del club, que afrontan ahora el reto más duro, el plan B, el plan de la B. El reto de hacer viable un club arropado a la mínima por más de 20.000 personas, más todas las que están detrás, respaldado, ahora sí, por la séptima ciudad de España y por decenas de municipios y pedanías de la Región. El reto imposible de hacer viable algo necesario, que se siente así, que se vive así. Podemos gritar que regresaremos más fuertes, que volveremos, podemos consolarnos con eslóganes y frases hechas, pero la realidad y el fútbol nos dicen que nada nos garantiza volver pronto a Segunda. Más bien al contrario, con esta estructura del fútbol español, anclada en un modelo que yo quería denunciar en esta crónica, que iba a titular Basta ya, o Hasta los huevos, o algo así. Pero después de perder no me gustan las quejas ni las excusas. He preferido recordar a Martín Ortega, a Raúl, a mi abuelo, al estadio, que estaba precioso el domingo, a la pareja que paseaba por el centro de grana y al chaval larguirucho y despreocupado que cruzaba el puente al día siguiente con la camiseta del Murcia. Al niño de la fila de abajo, que rompió a llorar poco antes del minuto 90. Y esa maldita lágrima que no dejamos caer, esa lágrima nacida del dolor y la rabia, y de la emoción y, sobre todo, de compartir todas esas sensaciones con los que tienes a tu lado. Es un viaje en el que somos cada vez más, y cada vez más juntos, pero siempre hay sitio para sumar. Así que pasa, ponte cómodo y quédate, que esto no es el final, sino el principio de todo lo que nos queda por vivir.

Real Murcia: Simón; Juanjo (Adrián Cruz), Golobart, Josema, Pumar; Rayco (Javi Saura), Armando, David Sánchez, Diego Benito (Elady); Víctor Curto y Guardiola.
Goles: Putos filiales.

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