El miedo que tengo


Luis María Valero (@mondo_moyano)

«Todo es movimiento irregular y continuo, sin dirección y sin objeto» (Montaigne, 'Ensayos').
«El miedo que tengo, no lo quieras saber. Es peor si pienso, no me hagas pensar otra vez» (Astrud, 'El miedo que tengo').

San Fernando, 3; Real Murcia, 2
¿Sabes lo que me da más miedo esta noche? Más incluso que otra derrota sádica, más incluso que nuestra defensa de gelatina formada casi íntegramente por tipos que en junio eran de Segunda División y que probablemente entonces habrían vomitado si les dices que en octubre jugarán en San Fernando. No, no, eso es césped, eso se puede arreglar, y en consecuencia no asusta tanto como lo que atañe a la institución, porque esto último sí que toca hueso. Lo que más pánico me da es sospechar que si Moro fuera un millonario clásico, si fuera un Samper de principios de los años 2000, hace tiempo que habría mandado a Deseado Flores a su casa, o al menos a otras labores que sonasen importantes y no lo fueran demasiado, no sé, manager de algo no decisivo. Es decir, se le aplicaría la misma guillotina que al resto, la misma que a la plantilla del año pasado, la misma que a Mir (!), la misma que a Sanlúcar, la misma que a tantos empleados del club, ojo, porque los nuevos dueños quizás hayan echado hasta a la que limpiaba Cobatillas, y puede que justificándoselo con informes y gráficos de rendimiento. Pero a Deseado no se le juzga, a pesar de que ha dado más motivos que los anteriormente ajusticiados, a pesar de que el fútbol no se le da bien, por decirlo suavemente, según informan muchos de los que le han tratado. Lo que más miedo me da es que Deseado sea incuestionable, porque eso me hace pensar que Deseado pone pasta, y que esa pasta es necesaria y le asegura ser manager de cosas decisivas, hasta que él quiera. Por tanto, eso derriba a Moro del pedestal del millonario clásico, del pedestal de Samper años 2000, y lo sitúa en el pedestal de las incógnitas, y al Murcia en el pedestal de los que tendrán problemas gordos pronto.

El Murcia perdió en San Fernando como sólo él sabe perder, o al menos como sólo muy pocos saben. 1-0; 2-0; 2-1; 2-2; 3-2. Sólo números, pero detrás de ellos, un arrasamiento. Humanos arrasados por ese 3-2 a última hora, después de que el empate de Chamorro nos hubiera puesto a todos en pie, mirando fijamente a la radio y moviendo todas las extremidades a la vez. No hay artículo en la Constitución que nos pueda proteger de ese gol del San Fernando al final del partido. El Murcia está ahora en promoción de descenso a Tercera División. El Murcia iba para músico esta temporada, iba para tenor, y de repente se descubre a sí mismo como un pequeño tendero, entre otras cosas porque echó a (bastantes) jugadores válidos y fichó a (bastantes) mediojugadores. Fichó a muchos futbolistas de esos que parecen, parecen, y despreció la necesidad de fortalecer con perros de presa las dos posiciones más importantes en esta perra categoría: central y mediocentro. Cuando uno que va para tenor se encuentra de repente siendo un pequeño tendero, cuidado: le cuesta aceptarlo, no está preparado para ello, y lo mismo hasta se muere. Si eres pequeño tendero, hay que olvidarse de Mozart rápidamente, o es tu fin. Íbamos para otra cosa, íbamos para músicos. Hay que escalar. En el mundo del pequeñotenderismo no sé si podremos sobrevivir, porque ser pequeño tendero es un arte, pero ese arte no lo dominamos nosotros, que somos de puerta grande o enfermería, y lo mismo en junio aparecemos muy quietos en un charco de sangre. Auxiliar administrativo, o algo. Progresar, pronto. Sólo Salmerón. Estamos en sus manos. Como pequeños tenderos, deprimición, balanceo  tembloroso en postura fetal en mitad de un pasillo del Carrefour, y gente avisando por teléfono al psiquiátrico de El Palmar. Tirar los discos de Mozart por la ventana, o morir. "Aparece ahorcado un pequeño tendero que no sabía ser pequeño tendero y que de hecho nunca lo aceptó". Llamadas al 'Hablar por hablar': "Yo quería ser tenor", y llanto en directo. Nueva llamada al psiquiátrico de El Palmar. Salmerón: tú, tú, arréglame-arréglame-arréglame. Aún podemos, ¿verdad? El mejor portero de la categoría, dicen, o qué. El Real Murcia Club de Fútbol, de buena familia. ¿Estamos a tiempo? ¿Podemos reconducir todo esto? Íbamos a ser tenores. 

Tengo miedo.

Real Murcia: El mejor portero de la categoría, etc.
Goles: Mellor non falar.

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