Misterios

Alejandro Oliva (@betandtuit)

Real Murcia, 1; Mérida 1.
Un misterio recorría las calles de Murcia en los días más fríos del mes de enero; un misterio a la altura del que nos empuja a los murcianos a sacar al balcón la bandera de España, el país que nos maltrata y nos arrincona, nos desprecia o ignora, según el día, nos da menos dinero del que nos corresponde por cabeza, y por justicia social; el país que, además, permite que un merluzo de extrema derecha nos descienda a Segunda B saltándose su propio ordenamiento jurídico; un maltrato real y tangible, y no como el basado en símbolos o en discursos de irresponsables agitadores de odio. Pero era otro misterio aquel que, en los días más fríos del mes de enero, nos desvelaba durante la noche y nos desconcertaba durante el día, un misterio que recorría bares, peluquerías modernas, mercados medievales. ¿Por qué el Baleares había dejado marchar a David Sánchez? ¿Por qué un equipo que quiere ascender prescinde de un futbolista así, que además lo había jugado allí casi todo? Después, lo vimos jugar, mandar, dar sentido y criterio al juego de un Murcia que creció con él, y el misterio se acrecentó. ¿Por qué? ¿Por qué David aquí? ¿Por qué ha tardado tanto en llegar El Mesías? ¿Por qué este tío, por qué el Fernando Redondo de este siglo, no ha jugado más, no ya en Segunda, pijo, sino en Primera? La vida está llena de misterios, se ve, es imposible explicar todo, nos decíamos.

El último Murcia de Sanlúcar se presentó ante el Mérida con un once transformado, el más parecido al primer Murcia de Sanlúcar, quizá porque Sanlúcar intuía que era el último Murcia de Sanlúcar. Bien conducido por Juanma y Carnicer, fantásticamente sostenido por el mejor Mateos del año, dominó el partido a placer, y llegó bastante y bien a la portería rival, mientras que el Mérida apenas se acercaba a Biel. Era el clásico partido que suele durar lo que tarda en llegar el primer gol, vista la llegada del rival. Pero el que no llegó fue el segundo gol, y eso, en la situación del Murcia, te condena a la agonía. Desde el arranque del partido, la necesidad de volver a ganar se había reflejado en imprecisiones y errores tontos, provocados por la presión del Mérida, que olía nuestro miedo, la gran amenaza de la tarde para el Murcia. Pero los fallos se multiplicaron en la última media hora. El equipo necesitaba el empujón de la grada, y la grada, una vez más, no falló: acompañó las dudas del equipo con un recital de pitos y protestas desmedidas (el Mérida no había tirado a puerta), en una comunión perfecta de despropósitos entre los jugadores y la grada, como hacía tiempo que no se vivía. Fueron unos minutos vergonzosos, en los que no parecía extrañar nada: ni que el equipo no defendiera con un mínimo de seriedad una falta lateral ni que parte de la grada celebrara el gol del rival. Todos unidos, como una sola alma, que dice el himno, contra Manolo, y sólo una gran acción de Biel evitó la derrota. Manolo se va y con él vuela otro proyecto, uno más, de armar un Murcia reconocible, nuestro, con estilo propio, con un técnico y un puñado de jugadores que permanezcan en el club cinco o seis temporadas; vuela otro proyecto de construir por fin un equipo de fútbol con mayúsculas, esté en la categoría que esté, con jugadores que no vendan el escudo en el campo con el beneplácito de parte de la grada. ¿Por qué en cien años jamás un entrenador ha podido entrenar más de dos temporadas seguidas y enteras al Murcia? La vida está llena de misterios, se ve, es imposible explicar todo, pero también de cosas que tienen una explicación sencilla. En estos cien años hemos aprendido bastante bien a esquivar muchas de las balas que nos llegan desde fuera, a sobrevivir maltratados, arrinconados y despreciados, pero resulta imposible sortear los tiros que nos disparamos al pie año tras año.

Real Murcia: Biel Ribas; Fede Vega, Orfila, David Mateos, Xiscu (Juanra); Juanma, Carnicer (David Sánchez); Santi Jara, Jordan, Elady; Chamorro (Víctor Curto).
Goles: 1-0, Javi Chino, en propia puerta (37'). 1-1, Ante la pasividad de la defensa (84').

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