Vivir


Luis María Valero (@mondo_moyano)

Real Murcia, 3; Extremadura, 2
Me lo querían interpretar, ojo, saliendo del estadio. Uno que conozco y que incluso me cae bien se me acercó y se sacó del bolsillo los resultados de los rivales, el calendario que nos queda, la posible influencia de este milagro en la confianza de nuestros jugadores hasta el final de temporada; más cosas que Doraemon se sacó del bolsillo mi intérprete, mi analista, mi hijo de la más grande perra. Pero no había nada que interpretar tras una remontada de esas que merecería haber sido narrada por José Ángel De la Casa, no había nada que concluir: bastó con vivirlo y nada más. Vivirlo. Vivir. Por la periferia racional de algo tan intenso no merecía la pena caminar. La burbuja, la burbuja. Esa burbuja del descuento, esos segundos, y del resto no sé nada. Los Gálvez: no sé nada. Que ni con la victoria seremos primeros: no sé nada. Que el deporte que nos había regalado esta caricia se llama fútbol: no sé nada. No importaba más que esa infrecuente modalidad de abrazo que desempolvamos tras el cabezazo de Chrisantus en el 3-2: un abrazo animal, despiadado, violento, que buscó abarcar a varios humanos a la vez en un solo movimiento, que buscó a veces escalarlos, que buscó mucho más de lo que suele buscarse con un abrazo. Con el 3-2 de Chrisantus se instauró en nuestras gradas un tipo de abrazo salvaje, que rozó incluso la agresión. El tipo de abrazo que no damos más de diez veces a lo largo de una vida, con todo girando y alguien llorando. ¿Quién está llorando? ¿Es el Morata? Y es evidente que ese amigo que es un respetadísimo profesor universitario va a caerse por las escaleras en cualquier momento, ¿está buscando caerse? Y el responsable padre de una niña de apenas un año está en trance queriendo arrancar un asiento mientras alguien lo abraza por la espalda y parece como si fuera a morderle el cuello, ¿le acaba de morder el cuello? Sácate datos del bolsillo, analista, sácate una interpretación, pero aquí lo único que contó es haberlo vivido, haber estado allí cuando Forniés empezó a lanzar fuegos artificiales, recordar que lo que más emociona a partir de cierta edad es ver a otros emocionarse. Todo ese escalofrío colectivo bajó por nuestra colectiva espalda gracias al viejo Murcia. Ah, el Murcia, ese club que está medio loco a fuerza de contemplar fijamente su catástrofe, pero que sin embargo es maestro en dejar atrás de repente todo lo horrible, toda la masa de espantos, como una rutina fácil de ejecutar. Y otra vez tomar aire, dejar entrar la vida. Y otra vez dar motivos para diversas modalidades de abrazos. Y otra vez vivir.

Real Murcia: Biel Ribas; Orfila, Charlie, Molo, Forniés; David Sánchez (Elady, 55'), Armando (Fran Carnicer, 66'), Juanma; Santi Jara, Pedro Martín (Carlos Martínez, 77') y Chrisantus.
Goles: 0-1 (Valverde, 47'); 0-2 (Willy, 51'); 1-2 (Carlos Martínez, al ver que empezaba a irse la gente, 84'); 2-2 (Chrisantus, 92’) 3-2 (todos nosotros, 93’).

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